¿Qué o quién es Satán?

Satán Satanás

Satán o Satanás es el nombre del jefe de los demonios y Rey del Infierno. Es el demonio de la Discordia, la contracara del dios judeocristiano, y quien tienta a los hombres al pecado. A lo largo de su historia ha tenido muchos nombres, y muchos títulos diferentes, como «señor de la oscuridad» y «amo de este mundo». Aquí conoceremos más acerca de este demonio, quien le da su nombre a la Iglesia de Satán y al Satanismo.

El significado del nombre Satán

El nombre Satán procede del hebreo śāṭān y significa «enemigo», «adversario» o «acusador». Es un sustantivo derivado del verbo que quiere decir «oponerse, obstruir». Debido a su significado, el nombre Satán es muchas veces usado para referirse genéricamente a todos los enemigos de Dios o ángeles caídos, y no a una criatura específica, lo cual genera algo de confusión. Por ejemplo, Auguste Lecanu en su obra Historia de Satán, dice lo siguiente: «Cuando decimos Satán, no olvidemos que este término se refiere tanto a la clase completa de espíritus rebeldes como al líder de su rebelión».

En textos antiguos, cuando se quiere aclarar que se habla específicamente del jefe de los demonios, a veces se añade la preposición «el», hablando de «el Satán». Por ejemplo, en la Biblia hebrea es llamado ha-satan («el Satán»). En el Corán es Shaitan, y el nombre también es usado para referirse tanto al jefe de los demonios (Iblis) como a cualquiera de los espíritus malignos o diablos.

Sin embargo, en Satanismo y Demonología, Satán es el nombre de un único demonio concreto. En El Libro de Magia Sagrada de Abramelín el Mago, Satán es identificado como uno de los cuatro espíritus superiores o Príncipes del Infierno que pueden ser invocados para solicitar favores, junto a Lucifer, Belial y Leviatán. Una caracterización similar es la que hace Anton LaVey en su Biblia Satánica, y por la cual la obra está dividida en cuatro libros, dedicados a cada uno de esos cuatro demonios.

La apariencia de Satán

La Serpiente del Génesis simboliza al Diablo, el Espíritu del mal personificado en Satán.

Stanislas de Guaita, La Serpiente del Génesis, Libro I: El Templo de Satán

Así como Satán tiene muchos nombres, también tiene muchas formas. Cuando se piensa en Satán, probablemente muchos imaginan a un hombre o criatura de color rojo o vestido de rojo, con cuernos en la cabeza y alas de murciélago en la espalda, sosteniendo un tridente. Esa es la representación más habitual que encontramos en el arte y los medios de comunicación. Pero Satán es muchas veces también representado en la forma de una serpiente o dragón. Los ejemplos más conocidos son los de la Biblia cristiana, donde aparece en la forma de la serpiente que tentó a Adán y Eva a comer el fruto prohibido, en el libro del Génesis, y en la forma del Gran Dragón Rojo en el Libro del Apocalipsis.

Otra imagen habitual de Satán, y la preferida en el Satanismo, es la de un ser con torso humano pero piernas y cabeza de cabra, como Baphomet. Luce similar al dios griego Pan, y a los faunos y sátiros. Esta forma nos remite a Satán como representación de nuestra naturaleza animal, y de los instintos carnales. Por esta misma razón se suele incluir dentro del pentagrama invertido, un símbolo que señala la primacía del mundo material sobre el espiritual.

Satán como el dios Pan
Ilustración de Pan en «La historia de las bestias de cuatro patas», por Edward Topsell, 1607.

A veces Satán es también descripto y representado como un macho cabrío negro, pero que se para sobre sus patas traseras y se mueve como un ser humano. Es bajo la forma de cabra humanoide o como una cabra que se representa a Satán presidiendo los sabbath o aquelarres. Según el Compendium Maleficarum, de Francesco Maria Guazzo, para los Pactos Satán se presenta al principio en forma humana, pero cuando el Pacto está ya hecho y debe ser adorado, revela su forma de cabra.

Sin embargo, Guazzo también afirma que puede tomar las formas más diversas según las circunstancias:

Si quiere mostrar un ejemplo de familiaridad y fidelidad, asume la imagen de un perro o un gato; si necesita transportarse a algún lugar, adopta la forma de un caballo. Si va a pasar por un lugar estrecho o a burlar a los guardianes, se convierte en un ratón, un murciélago o una comadreja. Si quiere estar presente y obstaculizar una conversación, o si quiere ocultarse, se convierte en una mosca y se acerca a los oídos para susurrar lo que desea. Si tiene la intención de dañar rebaños o causar estragos entre los hombres, se transforma en un gran gallo o en un lobo, como se manifestó ante Pachomio. Puede asumir la forma de un cuervo o un buitre, como ocurrió con San Romualdo, o la forma de una zorrilla, como sucedió con San Hilarión. Puede convertirse en un perro, como ocurrió con San Dunstan, o en una serpiente, como sucedió con Leonardo de Corbeiac. Puede convertirse en un dragón, como sucedió con Santa Margarita y con el Conde Fernando de Castilla y su ejército.

Los Pactos con Satán

Un motivo recurrente en la literatura y el arte es el de la posibilidad de pactar con Satán, a cambio de riquezas, poder y otras recompensas y placeres. El ejemplo más notorio de esto es sin duda el Fausto de Johann Wolfgang von Goethe. Generalmente, las historias sobre pactos tienen un origen cristiano, buscan un fin moralizante, y advierten sobre las terribles consecuencias de hacer tratos con Satán.

Pero lo cierto es que la idea de la posibilidad de pactar con Satán y otros demonios tiene una larga historia. Existen grimorios o libros de hechizos medievales que detallan las instrucciones y pasos detallados que deben realizarse para invocar y pactar con diversos demonios. Allí también se incluyen indicaciones para crear las herramientas necesarias para los rituales, e ilustraciones de los símbolos o sigilos que deben utilizarse. Algunos de los grimorios más conocidos son el Gran Grimorio, el Grimorium Verum, el Libro de San Cipriano y la Llave de Salomón.

Merece una mención especial el Manual de Múnich de Magia Demoníaca, un famoso grimorio del siglo XV que contiene una extensa invocación a Satán. Esta invocación tiene el propósito de conjurar a Satán para solicitarle que brinde riquezas, satisfaga deseos, otorgue conocimientos, o incluso que haga invisible al hechicero.

Satán como símbolo

En el Satanismo simbólico o ateísta, Satán no es un demonio, entidad o criatura real, sino el símbolo elegido para representar ciertos valores como el librepensamiento, el individualismo y la rebeldía.

Esta manera de entender a Satán tiene sus raíces en el Romanticismo del siglo XIX, en particular la llamada «Escuela Satánica», expresión que se usó para denominar a escritores como Lord Byron y Percy Shelley. Pero fueron varios los escritores controversiales que se atrevieron a reivindicar la figura de Satán, como William Blake, Charles Baudelaire, Stanisław Przybyszewski, el Marqués de Sade y Mark Twain.

En adelante procedemos a resumir los valores e ideas que la figura de Satán sincretiza para el Satanismo simbólico. En algunos casos se superponen con los valores e ideas del satanismo teísta.

I. Satán es una Idea

Satán no es un ser o criatura sobrenatural, sino un concepto, un arquetipo que conjuga, a nivel simbólico, un conjunto de significados que ha inspirado y continúa inspirando a quienes se identifican con ellos.

II. Satán es Inteligencia.

Frente a la ignorancia de la fe ciega, Satán es inteligencia y sentido crítico. El Satanismo simbólico no fomenta supersticiones ni miedos infundados. Promueve la preeminencia de la razón y el espíritu crítico frente a la superstición.

III. Satán es Conocimiento.

De acuerdo a la fe cristiana,  Satán es quien tienta a Eva a probar la fruta prohibida del árbol del Conocimiento. La capacidad de conocer es, junto a la Inteligencia, una de las facultades innatas del ser humano, que permiten su desarrollo. Sólo una filosofía oscurantista y atrasada podría considerar pecado el conocimiento. La reivindicación de Satán en el Satanismo es, asimismo, una reivindicación del conocimiento y el aprendizaje.

IV. Satán es Resistencia.

Frente al poder absoluto de Dios, Satán es resistencia infinita. Resistir frente a una autoridad divina es el mayor desafío concebible, y un inspirador símbolo, indicador de que la fortaleza de espíritu puede sobreponerse a cualquier barrera y a cualquier autoridad, sin importar cuán poderosa u omnipresente sea.

V. Satán es Individualismo.

Frente a la aceptación sumisa del orden y la norma, Satán es individualismo y rebeldía.  Satán reivindica el orgullo propio, sentimiento imprescindible para el desarrollo y bienestar de cualquier persona. El hombre es un ser social, pero no por ello debe claudicar en sus aspiraciones individuales. La sumisión, la obediencia ciega y la resignación son para los satanistas actitudes funestas.

VI. Satán es Equilibrio.

En la fe cristiana, Satán es el opuesto, el enemigo, el contrario. Es quien completa la figura de Dios, brindando balance y representando todo lo que ha quedado prohibido y reprimido. Reivindicar a Satán es, por tanto, reivindicar aquello que ha sido relegado como tabú, y que no puede ser ya negado.

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