La Iglesia de Satán adopta la figura de Satán como símbolo o arquetipo de rebeldía, ambición e individualismo.
La Iglesia de Satán aborrece toda forma de hipocresía y conformismo. Consideramos que la felicidad real puede ser conseguida no a partir de la abstinencia y la culpa, sino a partir del desarrollo personal, el egoísmo y la satisfacción de nuestros impulsos. Rechazamos la aceptación de la costumbre, la tradición o la fuerza de una autoridad como criterios de verdad.
Los satanistas no reverenciamos a ninguna divinidad. No creemos que el camino del éxito y felicidad requieren de la sumisión ante una autoridad, sea ésta divina o humana. Consideramos que cada uno es su propio dios, y como tal el amo de su propia vida y de sus propias elecciones.
Los satanistas no evangelizamos ni pretendemos a convencer a otros de nuestro parecer. La Iglesia de Satán no predica ni instruye; su objetivo es el de ser un espacio de encuentro y referencia para quienes comparten los valores satánicos.
Como no aceptamos verdades indiscutibles, los satanistas no le tememos al intercambio de opiniones, siempre que se realice en un marco de respeto y argumentación.