Desde hace siglos se ha dicho que el Diablo deja una marca en sus seguidores. Esta marca ha sido conocida como la Marca de la Bestia, Marca de Satanás o sigillum diaboli. Aquí exploramos de qué se trata según diferentes textos y autores.
En la Biblia cristiana
Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
Apocalipsis 13:16-18, Reina Valera
La mención más famosa de la Marca de la Bestia procede de la Biblia cristiana, más concretamente del Libro del Apocalipsis. Allí se profetiza que al fin de los tiempos el Falso Profeta distribuirá la Marca de la Bestia a todos los seres humanos, quienes la recibirán en su mano derecha o en su frente. Sin la marca, nadie podría comprar ni vender.
Si bien algunas personas confunden la Marca de la Bestia con el Número de la Bestia (666), está claro en el texto que no son lo mismo, ya que allí dice «la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre», indicando que se trata de cosas diferentes.
En Demonología
Varios textos sobre demonología han abordado el tema de la Marca de la Bestia. Uno de los más famosos es el tratado Demonología (1597), del rey Jacobo I de Inglaterra. Allí explica que quienes desean servir al diablo deben primero renunciar a Dios y al bautismo, y luego recibir la Marca de la Bestia en algún lugar secreto de su cuerpo. En palabras de Jacobo I:
Al igual que nadie se congrega para la adoración y veneración de Dios si no está marcado con su sello, el Sacramento del Bautismo, nadie sirve a Satanás y se congrega para adorarlo sin llevar esa marca.
La Marca de la Bestia, así entendida, es entonces el bautismo de Satán, y la manera en que éste identifica a sus fieles. Tener la marca es requisito para participar en los aquelarres o sabbaths de brujas.
Otro texto importante que habla sobre la Marca de la Bestia es Demonolatría (1595), un tratado de Nicolás Rémy. Allí Rémy dedica todo un capítulo al asunto, explicando que la Marca de la Bestia es una herida que realizan los demonios con su propias garras:
No es suficiente para los demonios mantener a los hombres atados y encadenados con un juramento verbal, sino que además los marcan con sus garras.
Rémy sostiene que la Marca de la Bestia puede estar en la frente, porque allí es donde se ha recibido el bautismo, pero también en cualquier otra parte del cuerpo, y ejemplifica con varios casos reales de brujas.
Otro texto fundamental que debemos mencionar es el Compendium Maleficarum o Compendio de las Brujas (1608), una obra de Francisco María Guazzo que es uno de los más completos manuales de brujería medieval que existen. Este libro es especialmente famoso por incluir en detalle los pasos para pactar con Satán. Dentro de esos pasos, se menciona que el Diablo marca la frente de sus fieles, luego de que éstos han negado a Dios y al bautismo y manifiestan su deseo de servir al Diablo.
Guazzo no equipara a la Marca de la Bestia con el bautismo, sino con la circuncisión:
Y así como Dios en el Antiguo Testamento marcaba a los suyos con la circuncisión, pero en el Nuevo, con el sagrado signo de la Cruz, que sucedió a la circuncisión, como afirman Nazianzeno y Jerónimo; de la misma manera el Diablo, que ama imitar a Dios, desde los inicios de la Iglesia ha señalado con un cierto distintivo a aquellos herejes que están implicados en la magia, como enseñan Ireneo y Tertuliano.
Y, en la opinión de Guazzo, sólo aquellos seguidores del Diablo que son más inconstantes reciben la Marca de la Bestia, que puede tener diversas formas y estar en cualquier parte del cuerpo:
No todos, sino solo aquellos a quienes el demonio considera inconstantes, son marcados con su signo, y el signo no es siempre de la misma forma, ya que a veces es similar a la huella de una liebre, a veces al pie de un bufón, a veces a una araña, a un gato o a una ardilla. Tampoco siempre lo marca en el mismo lugar, ya que a menudo se ve en los hombres debajo de los párpados, en las axilas, en los labios, en los hombros, en la parte más baja de la espalda; pero en las mujeres se encuentra en los senos o en otras partes, como observaron Daneus y Godelmus.
En el Diccionario Infernal
El Diccionario Infernal de Collin de Plancy (edición en español de 1842) dedica un apartado titulado «Marcas» a la Marca de la Bestia. Allí menciona las perspectivas de varios autores sobre el tema:
MARCAS. Sabido es que los brujos que van al sabbath son marcados por el diablo y tienen particularmente una parte insensible, que los jueces han hecho algunas veces sondar con largas agujas de hierro. Cuando los acusados no arrojan ningún grito ni dejan notar ninguna señal que deje conocer que padecen, son reputados brujos y condenados como a tales, porque es esto una prueba evidente de que han asistido al sabbath. Delancre añade que todas las brujas que han pasado por sus manos han declarado esto cuando se las arrojaba al fuego. Bodin dice que el diablo no marca a ningún brujo que se entregue a él voluntariamente y al cual cree fiel; pero Delancre lo niega diciendo que las brujas más insignes que ha visto tenían una o más marcas, ya en el ojo; ya en las partes sensuales, o ya en cualquier otra parte; estas marcas tienen por lo regular la forma de un círculo pequeño, o de un par de cuernos, puestos a modo de horquilla.
Como indica Collin de Plancy, llevar la Marca de la Bestia era considerado una importante evidencia en los juicios medievales por brujería. Se consideraba que la Marca era indolora, por lo tanto una manera de probar su existencia era insertar agujas de hierro en el lugar. Si la persona sospechada de brujería no sentía dolor, era prueba de su culpabilidad.