Un espíritu o demonio familiar es un demonio de bajo nivel que, bajo la forma de un animal, acompaña y asiste a brujas y hechiceros. Suelen adoptar la forma de mascotas como perros, gatos, sapos, serpientes o insectos, pero a veces también pueden lucir como pequeños monstruos u homúnculos. Su función es la de enseñar, aconsejar y proteger a quienes sirven.
Según un texto del siglo XV, el Manual de Múnich de Magia Demoníaca:
Un espíritu familiar representa un gran poder para los magos negros y la invocación de demonios, y por lo tanto, a menudo se utiliza para nuestra protección.
Los demonios familiares estuvieron siempre tan asociados a las brujas que una ley estadounidense de 1648 definía a una bruja como alguien «que tiene o consulta un espíritu familiar». Durante los juicios por brujería del Medioevo, tener un demonio familiar era una de las evidencias más frecuentemente usadas en las acusaciones.
Se ha dicho que varios personajes históricos han tenido demonios familiares, como por ejemplo Sócrates, Apuleyo, Cornelio Agripa, los papas Alejandro VI y Benito IX, Napoleón, Enrique III, Averroes, César Borgia, Paracelso, Ruperto del Rin, y muchos más. Se han atribuído sus conocimientos, éxito, fama o poder a la ayuda de demonios familiares.
En los libros malditos
El tema de los demonios familiares es tan notorio que suele aparecer al menos mencionado en casi todos los libros famosos sobre Demonología, y tanto se ha dicho sobre ellos que sería imposible decirlo todo en un artículo, de modo que aquí sólo trataremos algunas generalidades.
Una de las obras que habla de ellos es Sobre la naturaleza de los demonios (De natura daemonum), un tratado de 1570 de Giovanni Lorenzo d’Anania. Allí se explica que los demonios suelen presentarse como espíritus domésticos u hogareños, y es así que adquirieron el nombre de espíritus familiares:
En varios lugares y entre diferentes pueblos, algunos establecen una especie de familiaridad con los seres humanos, a menudo proporcionando bienes y beneficios externos. Pueden predecir varios eventos y peligros en lugares y regiones distantes, pareciendo advertir y aconsejar a las personas de diversas maneras, a veces ofreciendo una asistencia sustancial.
D’Anania también afirma que los demonios familiares a menudo otorgan a sus dueños objetos mágicos, y pueden realizar acciones sobrenaturales como afectar a otras personas y cosas por medios también mágicos. Están siempre preparados para aparecer y ayudar cuando son llamados, y brindan sus servicios a cambio de un pago, o luego de hacer un pacto.
Otros libros que hacen alusión a los demonios familiares son, por ejemplo, el Compendium Maleficarum (1608), de Francesco Maria Guazzo, Demonolatría (1595) de Nicolás Rémy, Demonología (1597), del rey Jacobo I, el Libro de Abramelín, el Grimorium Verum, e Historia de Satán (1861), de Auguste Lecanu.
Este último hace un relato largo y detallado acerca de lo que ocurre en los aquelarres o sabbaths de brujas. Entre los muchos datos que da, afirma que las brujas tenían la obligación de llevar sus sapos, que eran demonios familiares:
A todos se les exigía que llevaran su sapo al aquelarre. (…) Había competencia para presentar el más grande. Se mantenían en recipientes llenos de paja; eran familiares y comían de la boca de sus amos. Estos sapos estaban adornados con cintas y collares morados. Se les llamaba, en jerga, «marionetas», «mirmillots» o más simplemente «mi bestia».
En el Diccionario Infernal
Un libro que habla extensamente sobre los demonios familiares es el Diccionario Infernal (1818) de Collin de Plancy. De hecho tiene un apartado al respecto:
DEMONIOS FAMILIARES. Demonios que se domestican y gustan de vivir con los hombres a los que desean que les estén agradecidos. Un historiador suizo refiere que un barón de Regensberg se había retirado a una torre de su castillo de Bale para dedicarse con más cuidado al estudio de la Sagrada Escritura y a las bellas letras. El pueblo quedó sorprendido de la elección de este retiro, tanto más cuanto la torre estaba habitada por un demonio, que hasta entonces a nadie había permitido la entrada; pero el barón despreciaba estos populares terrores. En medio de sus tareas, el demonio dicen que se le aparecía muy frecuentemente, sentábase a su lado, hacíale preguntas sobre sus indagaciones, y se entretenía con él sobre diversos objetos, sin hacerle jamás ningún mal. El crédulo historiador añade que si el barón hubiese querido hacer preguntas al demonio, a buen seguro que hubiera sacado de él algunos conocimientos muy útiles.
También hay una sección bajo el nombre «espíritus familiares»:
ESPÍRITUS FAMILIARES. Scaligero, Ceceo d’Ascoli, Cardan y otros muchos visionarios han tenido, como Sócrates, espíritus familiares. Bodín dijo que había conocido un hombre que siempre iba en compañía de un espíritu familiar, el que le daba un golpecito en la oreja izquierda cuando hacía algún bien, y le tiraba de la derecha siempre que hacía una mala obra. También era advertido este hombre afortunado de la misma manera sobre si lo que iba a comer era bueno o malo, y hasta de los vicios y virtudes de las personas en cuya compañía se hallaba.
La obra de Collin de Plancy es una de las fuentes más completas sobre demonios familiares, ya que no sólo contiene muchos de los nombres de estos demonios, sino que también menciona a varias personas históricas notables de quienes se ha dicho que los tenían. Un dato curioso que de Plancy da sobre ellos es que, aunque ayudan y dan gran poder a los brujos, también hacen algunas travesuras:
Un bailarín tenía un demonio familiar con el cual bailaba y al que gustaba hacer a su dueño mil travesuras. Por las mañanas le despertaba quitándole la ropa de la cama por más frío que hiciese, y cuando dormía profundamente el maligno demonio le sacaba de la cama y le ponía con mucho tiento en medio del cuarto.
Plinio cuenta que algunos jóvenes fueron rapados por el diablo. Mientras estaban durmiendo, algunos espíritus familiares vestidos de blanco entraban en sus aposentos, se acercaban a sus camas, cortábanles a raíz sus cabellos y se iban en seguida después de haberlos colocado en el suelo en medio del cuarto.
Cómo obtener un demonio familiar
Según textos medievales, los demonios familiares podían obtenerse de diversas maneras. En ocasiones, se le aparecían de súbito a las personas, ofreciendo sus servicios. En otros casos, eran heredados de algún pariente. Pero, como veremos a continuación, también existía la posibilidad de buscarlos por voluntad propia.
Según el famoso libro de hechizos La Llave Menor de Salomón, ciertos demonios proveen buenos familiares, y para conseguir uno tenemos que invocar a uno de esos demonios y hacerle el pedido. Estos demonios son Paimón, Buer, Purson, Marax, Malphas, Sabnock, Shax, Alloces y Auns. La Llave Menor de Salomón contiene las instrucciones para invocarlos.
Me gustó la información, muy interesante.